Todo el mundo es consciente de la gran influencia y poder que manejan las grandes empresas y compañías de petróleo en la sociedad de hoy en día. Por eso los medios de comunicación se hacen eco de noticias que afirman que los coches eléctricos contaminan lo mismo o incluso más que los tradicionales de gasolina o diésel. Pero eso no es cierto . Evidentemente que éstos generan emisiones contaminantes, pero menos que los primeros, es una ayuda al medio ambiente. Y ya no solo basándose en la contaminación en forma de CO2 , sino también en cuanto a la acústica, partículas en suspensión y otros gases nocivos.
En noviembre del año 2018 la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) publicaba “ Electric vehicles from cycle and circular economy perspectives ”, un informe dónde señalaban que los vehículos eléctricos ofrecen oportunidades para reducir las emisiones causantes del calentamiento global y la contaminación del aire de las ciudades.
Son diversas las corrientes que afirman que el proceso de fabricación de los coches eléctricos genera la misma contaminación que la fase de producir automóviles convencionales . Pero, aunque es cierto que esta fase genera contaminación, el estudio de la AEMA explica que “las emisiones de los eléctricos asociadas a las materias primas y a la fabricación que se generan son entre un 17 y 21% más bajas que la de un automóvil diesel y entre un 26 y 30% inferiores que el de gasolina.”
En cuanto a las emisiones de d ióxido de carbono (CO2), el trabajo de la Agencia sentencia que un coche de motor de combustión de un tamaño medio emite de media unos 143 gramos de CO2 por kilómetro, mientras que un vehículo eléctrico con la misma dimensión expulsa entre 60 y 76. Es decir, expulsa entre un 47% y un 58% menos de emisiones de dicho gas. Esto se explica si se tiene en cuenta que el coche eléctrico carece del motor convencional y, además, que las emisiones generadas en el proceso de obtención de combustible son mayores que el de extracción de electricidad, ya que este último produce un 50% que el primero.
Y es más, se espera que debido al aumento del uso de las energías renovables en un futuro próximo las emisiones producidas por la generación de la electricidad se reduzcan. Si se ponen en marcha y se aplican las políticas europeas que hacen referencia al cambio climático, esas emisiones de 60 gramos de CO2 bajarían a 40 en el año 2030 y a 16 gramos en el 2050. Es decir, que los coches eléctricos son un seguro para el futuro.
Además, los automóviles eléctricos son más eficientes. Como señala Autofácil , una revista especializada en motor y movilidad, estos convierten en movimiento el 70-90% de la energía almacenada en la batería mientras que los coches tradicionales solo transforman un 10-15% de la energía en forma de combustible de su depósito. Y añaden que los primero generan electricidad con la frenada, al igual que los híbridos, con la que pueden llegar a obtener un 20% de la energía utilizada.
Pero como señalaba el titular, con la elección de adquirir un coche eléctrico no solo estás ayudando al medio ambiente, sino también a tu bolsillo. Es cierto que éstos tienen un precio de compra un poco más elevado que los de combustión pero, a largo plazo, salen más rentables y recuperas la ‘inversión’ inicial.
En cuanto al combustible , los motores eléctricos son más eficientes energéticamente. Lo vemos en el siguiente ejemplo: recorrer unos 100 kilómetros con un automóvil eléctrico cuesta unos 13 kWh, mientras que un coche que homologue un consumo de 5 litros por 100km necesita el equivalente a 45 kWh de gasolina para hacer la misma distancia. Si a esto se le añade que el kWh en hora valle cuesta 0’10 euros y la gasolina sobre 1’30 euros el litro, el resultado es que un viajar 100km con un coche eléctrico cuesta 1’30€ mientras que en uno de gasolina el trayecto saldría por 6’5€, es decir, cinco veces más caro. Es por eso que la instalación de un cargador para coche eléctrico , como los de Cargacar, es necesario.
Más allá del ahorro en el combustible, está en el mantenimiento del vehículo, ya que los eléctricos no tienen elementos como el embrague, filtros, correas de distribución ni aceite, por lo que cuidarlo es más sencillo y económico. Supone un 25% más barato en cuanto al cuidado que un coche convencional, que pueden llegar a ser 2.000 euros a lo largo de diez años.
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